Escrache es el nombre dado en Argentina, Uruguay y España a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas de Derechos Humanos se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere denunciar. Se trata de una palabra en jerga para referirse a un método de protesta basado en la acción directa, que tiene como fin que los reclamos se hagan conocidos a la opinión pública.
Hay quienes se oponen a este tipo de eventos equiparandolos a las
acciones que a mediados de la década de 1930 realizaron simpatizantes
del nacionalsocialismo contra viviendas y comercios de la colectividad
judía.
La palabra nació en su uso político en 1995 en Argentina, utilizada por la agrupación de derechos humanos HIJOS para denunciar la impunidad de los genocidas del proceso liberados por el indulto concedido por Carlos Menem.
En Chile estas acciones son conocidas como funa. Son habituales las funas en las regiones más ricas de Santiago de Chile a partir del gobierno de Piñera.
En Perú, con una connotación más simbólica, su versión se llamó roche y sus activistas firmaban como "El roche".
En España,
desde marzo del 2013, este término está siendo empleado —repentina y
masivamente— por parte de los medios de comunicación, para referirse a
las protestas de acción directa de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca contra algunos de los abusos de los bancos: los abusos en el ámbito de las concesiones hipotecarias.
A pesar de los intentos de criminalización por parte de algunos
partidos políticos y algunos medios de comunicación, ya ha habido
resoluciones judiciales en España que certifican que el escrache no es una forma de acoso sino un ejercicio de libertad de expresión garantizado por la Constitución Española de 1978, la cual garantiza el derecho a la libertad de expresión.
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