Colonización europea (siglos XIX y XX):
A partir del siglo XIX la mayor parte del continente africano pasó a
incorporarse al flujo de la historia global en sólo tres generaciones.
La ocupación europea fue extraordinariamente rápida. En 1879, el 90% del
territorio todavía estaba gobernado por africanos. La proporción se
había invertido en 1900. Y en 1914 las consecuencias de la ocupación
alcanzaban ya a la mayoría de los africanos.
Dos circunstancias técnicas hicieron posible la invasión relámpago.
Primero, la utilización de la quinina como profilaxis contra el
paludismo, enfermedad transmitida por mosquitos que hasta entonces
mataba a la mitad de los europeos que residían en Africa. En segundo
lugar, las nuevas armas de fuego, como el fusil de repetición y la
artillería de campaña, que conferían a los europeos la posibilidad de
intimidar y enfrentarse con éxito a ejércitos más numerosos. El
repentino interés por el continente vino determinado por la unificación
alemana e italiana. Tras la guerra franco-prusiana de 1870, en la que
Francia resultó derrotada, el escenario de la rivalidad europea se
trasladó a Africa, donde Alemania dio batalla diplomática para controlar
a sus rivales y tenerlos ocupados lejos de sus fronteras.
Reparto de territorios:
El trazado de las zonas de influencia se realizó sobre un mapa recién dibujado con los datos aportados por los
exploradores.
Las bases del reparto se sentaron en la conferencia de Berlín,
celebrada entre 1884 y 1885 con el pretexto de acabar con el comercio de
esclavos.
Así se abrió una etapa que no se cerró hasta bien entrado el siglo XX.
La reclamación de territorios tenía que refrendarse con pruebas de una
ocupación real y por todas partes salieron pequeñas expediciones en
busca de convenios con las autoridades locales, recurriendo al
enfrentamiento sólo en casos extremos. Los protagonistas de esta primera
fase de la colonización fueron, además de los militares, los misioneros
y los comerciantes.
Un primer reparto quedó configurado en 1914. Sobre el mapa, los
territorios franceses, ingleses, alemanes, portugueses y belgas parecían
fruto de un juego de estrategia. Pese a su arbitrariedad, buena parte
de las fronteras así trazadas se han conservado, aun a costa de intensos
conflictos. Tras la ocupación teórica, disminuyó la actividad europea
en Africa, sobre todo allí donde las expectativas de beneficio inmediato
eran escasas.
Los franceses adaptaron sus propias formas organizativas, mientras que
los ingleses aprovecharon las relaciones de poder establecidas a través
del llamado gobierno indirecto. El número de funcionarios por habitante
era mucho mayor en el sistema francés. En cualquier caso, esos primeros
gobiernos coloniales se limitaron a ejercer sus funciones al menor costo
posible: mantener el orden, recaudar impuestos, obligar al trabajo y
administrar la ley.
En esta época, la economía dependía de la iniciativa de empresas
particulares.
La historia de las relaciones de Africa con los países del Oeste ha sido
una historia de pillaje; pillaje de la mano de obra africana, de sus
recursos minerales y agrícolas y de su tierra. Aunque ya no existe la
esclavitud directa, los tres factores dinámicos respecto de los cuales
se originan las luchas que han de decidir el destino de Africa siguen
siendo la fuerza de trabajo, los recursos naturales y la tierra.
(J.Woods)
Excepción etíope por la derrota militar de Italia:
Los planes de expansión italianos en Etiopía tropezaron con la capacidad
de organización de Menelik II (1895), que se desvió del papel que
Italia pretendía asignarle.
Su ocupación de las regiones de Tigrè y Amhara (1889) contaban con el
beneplácito de Italia, pero su poder posterior se convirtió en un serio
riesgo.
Fue Menelik, proclamado emperdor, el que concedió a Italia el control de
Eritrea.
Las discrepancias en la traducción del tratado de Uccialli, en el que la
versión italiana establecía el protectorado sobre Etiopía, acabó
generando un gran levantamiento que logró movilizar una fuerza de
100.000 independentistas.
Tras la sonada derrota italiana en Adua, según lo establecido en el
Tratado de Addis Abeba, firmado el 26 de octubre de 1896, los italianos
reconocieron la independencia de Etiopía y ésta, a su vez, reconoció a
Eritrea como una colonia italiana, lo que provocó numerosos conflictos
posteriormente. Varias potencias europeas se apresuraron a establecer
relaciones diplomáticas con Etiopía, que se convirtió en el único Estado
africano que conservó su independencia durante el reparto de África de
la era colonial.
Cultivos:
Algunas zonas se convirtieron en productores especializados, como el
cacao en Costa de Oro o el aceite de palma en el Congo Belga. En el este
y en el sur florecieron las grandes granjas agrícolas y ganaderas. El
ferrocarril, que reducía los costes de transporte en un 95%, también
significó un fuerte impulso económico allí donde se construyó. Otra gran
fuente de riqueza para los europeos fue la explotación de minerales:
diamantes en Suráfrica, oro en Rodesia y Ghana, estaño en Nigeria...
Tras la
Primera Guerra Mundial,
los territorios alemanes en Africa se repartieron entre Francia,
Inglaterra y Bélgica bajo la supervisión de la recién creada Sociedad de
Naciones. Por su parte, la situación de los colonizados mejoró algo al
ser objeto de mayor atención, así como por el progreso general de la
medicina: entre 1920 y 1950 la población pasó de 142 a 200 millones de
habitantes.
La introducción de los vehículos a motor en los años veinte, en especial
camiones, aumentó la movilidad de la gente y las mercancías. Sin
embargo el abandono del medio rural y el crecimiento de las ciudades fue
una tendencia de resultados contradictorios.
Los perfiles concretos de la experiencia colonial variaron mucho según
las zonas. En los
dominios portugueses, el trabajo forzoso hacía que la vida de angoleños y mozambiqueños se diferenciara poco de la
esclavitud,
mientras que en otras regiones la agricultura extensiva proletarizó a
la población, con el agravante de que se acapararon las mejores tierras
de labor para esos cultivos de exportación. Por otro lado, el arraigo de
los europeos en países como
Argelia, Kenia, o Rodesia empeoraría las cosas llegada la hora de la descolonización.
(Javier Rubio)
La Conferencia de Berlín y el reparto colonial (1885-1919). Por Julia García Moreno:
Los mandatos. Los sistemas coloniales europeos.
La Conferencia de Berlín y el reparto colonial de África.
La creciente actividad colonial desplegada por viajes y exploraciones,
descubrimientos y ocupaciones de territorios africanos, antes de 1884,
que incrementan las presencias imperialistas europeas sobre toda África y
provocan una serie de rivalidades y enfrentamientos entre los países
europeos, crean en la conciencia y en los intereses internacionales,
junto a otros factores, la idea de la necesidad de la celebración de una
conferencia general que tratara sobre la compleja situación creada en
África.
En vísperas de la convocatoria de la Conferencia de Berlín, de la que
salen las normas sobre el definitivo reparto colonial de África, a la
situación ya existente desde años atrás, se unieron nuevos hechos y
circunstancias que influyeron en el proceso que llevó a la celebración
de
tal conferencia. Por entonces, la distribución colonial no había
completado aún la ocupación total del continente y la acción se
localizaba en torno a varios puntos y áreas concretas,
La Conferencia de Berlín:
En el conjunto del panorama geopolítico africano se plantean un par de
cuestiones concretas que centran las rivalidades de los colonialismos
europeos y que influyen en las actitudes y decisiones de la conferenia.
Por un lado, se trata de la cuestión de la soberanía territorial y de
los países que podían tener derechos históricos, en principios, a ocupar
los territorios interiores por su permanente establecimiento,
dividiéndose los países en dos grupos de opinión: las potencias ya con
colonias en las costas de África que reivindican su derecho y prioridad a
penetrar en la zona interior, y las potencias que defienden que el
derecho de ocupación
procede de la ocupación territorial activa y del establecimiento a firme
en el territorio.
Por otro, se trata de la cuestión del Imperio colonial contínuo, con la
formación y posesión de grandes ejes coloniales que atraviesen el
continente en sentido horizontal o vertical sin salir de la soberanía
colonial de un Estado europeo.
Tres proyectos intentan transformarse en realidad en este sentido:
Francia, con el eje este-oeste, entre Senegal y Gabón por el Sáhara y
Sudán hacia Somalia;
Portugal,
en África al sur de Ecuador, entre Angola y Mozambique, y Gran Bretaña,
con el eje norte-sur, entre El Cairo y El Cabo por África oriental,
central y austral,siendo este eje el que se impondrá tras los choques de
la crisis del ultimátum (1890) entre Inglaterra y Portugal, y el
incidente de Fashoda (1898) entre Inglaterra y Francia, que se
resolvieron con sendas victorias británicas.
La Conferencia de Berlín, convocada conjuntamente por Francia y
Alemania, se celebró entre el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero
de 1885.
Las naciones asistentes fueron: Alemania, Austria-Hungría, Bélgica,
Dinamarca, España, EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia,
Portugal, Suecia, Noruega y Turquía. Ningún país africano estuvo
representado.
El día de la inauguración de tan solemne reunión, a las dos en punto,
Bismarck abrió la primera sesión y aceptó la presidencia. En su discurso
aseguró que el propósito de la Conferencia era promover la civilización
de los africanos abriendo el interior del continente al comercio.
Después, definió los tres objetivos específicos de la reunión: libertad
de comercio en el Congo y el Niger y acuerdo sobre las formalidades para
una válida anexión de territorios en el futuro. Señaló, igualmente, que
no se entraría en cuestiones de soberanía. Y tras insistir
en que la Conferencia serviría a la causa de la paz y la humanidad,
Bismarck finalizó su intervención dando una impresión de incertidumbre y
ambigüedad.
Una vez discutidos y resueltos los problemas planteados al comienzo de
la conferencia, tras las sesiones y reuniones celebradas durante esos
meses, los delegados elaboraron un Acta General, que fue firmada el 26
de febrero de 1885, que contenía declaraciones, acuerdos y principios,
asía como las normas respecto de las más importantes cuestiones tratadas
por las potencias colonialistas reunidas en la capital alemana, y que
contenía siete apartados:
- Declaración relativa a la libertad de comercio en la cuenca del
Congo, sus desembocaduras y países circunvecinos, con disposiciones
relativas a la protección de los indígenas, de los misioneros y de los viajeros, y a la libertad religiosa.
- Declaración referente a la trata de esclavos y las operaciones que por tierra o por mar proporcionan esclavos para la trata.
- Declaración relativa a la neutralidad de los territorios comprendidos en la cuenca convencional del Congo.
- Acta de navegación del Congo.
- Acta de navegación del Niger.
- Declaración relativa a la condiciones esenciales requeridas
para que sean consideradas efectivas las nuevas ocupaciones en las
costas del continente africano, y que establecen en las relaciones
internacionales reglas uniformes respecto de tales ocupaciones que, en
adelante, puedan verificarse en África, y
- Disposiciones generales.
La Conferencia de Berlín, no regularizó la disputa por África,
simplemente, señaló el hecho de su participación. Al establecer de esta
manera en las relaciones internacionales las normas y condiciones para
las nuevas y sucesivas ocupaciones en África, fijó las bases de lo que
iba
a ser el reparto colonial del continente entre los imperialismos, ya
actuantes y desde entonces incrementados, completándose así el reparto,
de forma inmediata, en apresuradas ocupaciones efectivas, que
ocasionaron nuevas resistencias y rivalidades, así como enfrentamientos
resueltos por tratados y acuerdos entre las potencias coloniales, dentro
del marco internacionalmente fijado, y que cubrirá el período
siguiente, hasta dejarlo totalmente terminado, y a toda África bajo la
acción del triunfante imperialismo europeo, desde comienzos del siglo
XX.
Las ocupaciones coloniales:
El reparto colonial de África entre las potencias europeas se completa
entre 1885 y 1904, dando por resultado el establecimiento y la
consolidación de todas las colonias occidentales en el continente, a lo
largo de un proceso en que se producen cuatro tipos de hechos
interrelacionados: las ocupaciones territoriales, las resistencias
africanas a estas invasiones, las rivalidades y enfrentamientos que
resultan de tales ocupaciones europeas, y los tratados que regulan las
citadas rivalidades, con lo que se configura el definitivo mapa colonial
de África.
Las rivalidades imperiales:
Las más importantes rivalidades coloniales surgidas entre los países
europeos por el reparto de África, a finales del siglo XIX, fueron dos:
entre Inglaterra y Portugal, en África austral, y entre Inglaterra y
Francia, en África occidental y sudanesa. La rivalidad entre Inglaterra
y Portugal, se produjo en 1890 y es conocida como la crisis del
ultimátum o del mapa rosa. El incidente de Fashoda constituye el choque
entre Francia y Gran Bretaña, La primera por su expansión desde el oeste
hacia el este en un eje horizontal, e Inglaterra en dirección norte-sur
para construir el eje vertical El Cairo-El Cabo. El conflicto se
produjo al encontrarse en Fashoda (Sudán) las expediciones francesas y
británicas. Todos estos enfrentamientos se solucionarán mediante
tratados. Los significativos tratados sobre repartos coloniales,
firmados en el marco internacional creado por la Conferencia de Berlín,
representan la superación de las diferencias surgidas entre los Estados
europeos en sus ocupaciones coloniales, y establecimiento de unos
acuerdos y colaboración en los repartos y zonas de influencia. El
reparto de África se completó, por tanto, en función estricta de los
intereses de las potencias europeas, y el estatuto de los territorios
africanos dependía solo de los acuerdos y convenciones entre tales
potencias.
El predominio imperialista europeo y los sistemas coloniales:
En torno a 1904, prácticamente,toda África había quedado repartida y
sometida al régimen colonial europeo, excepto algunas limitadas zonas
que fueron incorporando a su dominio a lo largo de los primeros años del
siglo XX. Sólo dos estados africanos era independientes: uno
tradicional, Etiopía, y otro relativamente reciente, la República de
Liberia. El predominio colonial del imperialismo europeo se manifestó
en todos los aspectos y actividades africanas, que quedaron incorporadas
a los sistemas de dependencia europeos. En tres planos se puede situar
la actuación europea sobre las colonias africanas, en lo político, el
establecimiento y mantenimiento, con ciertas variaciones, de una
compartimentada administración y régimen colonial bajo directo dominio
europeo: en el socio-económico, las dependencia y vinculación de los
recursos africanos al sistema capitalista europeo llevará a una cierta
actividad económica, antes inexistente, pero siempre sometida a la
iniciativa y a los intereses de la economía europea, con la
configuración de unas determinadas
realidades sociales y en lo ideológico cultural, una falta de adaptación
entre ambos conjuntos de valores culturales, y señalado en primer lugar
por el sometimiento de lo africano a lo europeo, y después por un
sentimiento y movimiento de resistencia y oposición a Europa, tendente a
reafirmar los valores africanos.
Los sistemas administrativos coloniales:
A fines del siglo XIX, las metrópolis europeas controlaban la práctica
totalidad de los territorios africanos, sobre los que establecieron
instituciones de gobierno. En efecto, a todo lo largo del predominio
imperialista en África, las metrópolis fueron implantando unos
determinados sistemas coloniales para administrar sus territorios
africanos, que tienen unas especiales características.
Como conclusión, y en definitiva, está claro que ningún sistema colonial
aportó a los africanos los beneficios que, en general, les ofrecían. La
característica común de todos ellos fue la explotación del continente
africano. De hecho, los europeos, con sus capitales, han alterado
demográfica, económica y socialmente un continente en su propio
beneficio, que ha disimulado bajo las grandes teorías colonialistas de
asistencia y civilización. (Julia García Moreno. Universidad
Complutense. Madrid)
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Legados positivos de la colonización:
Al lado de los inconvenientes que causó se debe reconocer que mejoró el
nivel de vida con la aportación de mejores técnicas de cultivo, la
introducción de nuevas especies agropecuarias, conservación de
alimentos, la práctica de profesiones antes desconocidas, un aumento
general de la producción de los sectores agrícolas, industriales o
artesanos y de servicios.
La atención médica, la creación de centros hospitalarios y la
construcción de sistemas sanitarios supuso el fin de enfermedades
endémicas y el aumento de la esperanza de vida.
La enseñanza elevó el nivel cultural y profesional de los indígenas.
Promovió el concepto de Estado y las instituciones con base en
principios democráticos.
Desarrolló el comercio, las comunicaciones, la distribución de bienes y
el uso de medios de pago.
Ferrocarriles, carreteras, puertos, aeropuertos, distribución
energética, sistema judicial.